A propósito de la lectura en común de Bartleby el escribiente, de Herman Melville, lxs necropixs hemos estado reflexionando acerca de esta obra, sus peculiares personajes y los conceptos de «resistencia», «influencia» y «deseo», que hemos extraído del texto. Recopilamos nuestras sinopsis críticas:
Un hombre de edad indeterminada y desconocidas intenciones siembra el caos en Wall Street debido a su constante empecinamiento en no hacer nada. Solo, desalmado y consumido se encontraba habitando las paredes de la oficina en la que ejerció funciones de copista hasta que con sus propias palabras «prefirió dejar de hacerlo». Esta firme resistencia pasiva comenzó poco después de estar a su servicio, afirma el ex jefe del extraño sujeto, quién considerándose una persona compasiva a los sinsabores ajenos, no quería creer semejante desenlace. Por el momento no se ha registrado reclamación alguna del cuerpo inerte, lo que resulta al público, cuanto menos, inquietante.
Ana
Ejercicio narrativo tan ligero como oscuro, Bartleby el escribiente es un serio candidato a la primera narración de lo absurdo. Si en un principio el genio de Melville se centra en realizar una descripción simpática del tedioso milieu del oficinista clásico, el surgimiento de nuestro extraño protagonista lo cambia todo. Bartleby, pálido homúnculo, trabajador intachable al principio, sube en cada página un escalón más hacia el reino del ascetismo. Su irrazonable negación a un mundo que, a pesar de todo, no puede abandonar, constituye una escenificación brillante de un corazón que se siente atrapado. Su miserable muerte es su truco final: Bartleby es un santo.
Bartleby, el sagrado, Mia
Este breve cuento de Melville es de una creatividad escalofriante, en el cual se desconoce la historia personal del protagonista y las razones que le llevaron a adoptar una posición en el mundo de pasividad inmutable. La respuesta de Bartleby ante cualquier pregunta u orden es siempre la misma: “preferiría no hacerlo”. El autor construye la personalidad del personaje alrededor de estas simples palabras abriéndole la puerta a un millar de interpretaciones sobre las intenciones de este (¿un comportamiento autista? ¿la resistencia frente a esta sociedad abocada al desastre?). En esta lectura autor y lectora se unen en la creación de significados partiendo del mismísimo absurdo.
¡Ay, Bartleby! ¡Ay, humanidad!, Paula
Un pálido amanuense se refugia detrás de un biombo con la mirada perdida frente un muro de ladrillos. El pronunciamiento de su fórmula mágica para declinar toda petición del hombre para el que trabaja inquieta a todo aquél que le escucha. Esto, sumado a la inmovilidad del fantasmagórico protagonista que también duerme en la oficina, llevarán a su jefe al borde de la desquicia. ¿Qué será lo que motiva a Bartleby a negar algo no preferido hasta su irremediable imposibilidad? Con cierta solemnidad, Herman Melville narra una secuencia cómica y desconcertante de quehaceres que el protagonista prefiere no hacer.
Mariona
En Bartleby, el escribiente Melville nos presenta a un personaje inquietante: un oficinista atrincherado en su lugar de trabajo, limitado a hacer lo que dice en la descripción de su contrato, hasta que ya no puede hacerlo más y se limita a existir, despojado de su razón de ser.
Bartleby puede parecer extraño, triste e inhumano pero no es más que el ideal con el que sueñan las ofertas laborales. Su vida comienza y acaba con su profesión, sin las complicaciones de una vida más allá. Bartleby pasa horas mirando a través de la ventana aunque esta no dé más que a un muro. Si diese a un campo abierto, seguramente preferiría no hacerlo.
El empleado ideal, Bego
Bartleby el escribiente es el relato tragicómico de un abogado que contrata a un nuevo escribiente. El escribiente empieza trabajando pero negándose a hacer nada que no sea estrictamente su labor, pasa a negarse a trabajar y acaba negando la vida misma. La historia se centra menos en las razones del comportamiento del escribiente y más en las sentimientos que rodean la situación. El abanico de emociones que vive el tranquilo abogado ante lo absurdo de la situación es fascinante, y la melancolía del escribiente es tan palpable que aunque sus motivaciones queden implícitas, el lector puede llegar a ver su pasividad como una actitud comprensible ante el mundo laboral.
Negación, Ale
En el vasto mundo de la literatura, encontramos una diversidad de personajes curiosos y peculiares que desafían las expectativas y nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza humana. Uno de esos personajes es Bartleby el escribiente, cuya resistencia pasiva y su famosa frase “Preferiría no hacerlo” se han vuelto emblemáticas. Al buscar un cuento que presente otro personaje curioso, no puedo evitar pensar en “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll y su inolvidable Sombrerero Loco.
El Sombrerero Loco, con su extravagante personalidad y su obsesión con el tiempo, es un contraste fascinante con Bartleby. Mientras que Bartleby rechaza las normas sociales y se retira a su propio mundo interior, el Sombrerero Loco desafía las leyes del tiempo y vive en un perpetuo té de locura. Su carácter excéntrico y su lenguaje absurdo son paralelos a la resistencia pasiva y enigmática de Bartleby. Ambos personajes parecen existir en una dimensión propia, desafiando las reglas de la lógica y dejando a los demás personajes, así como a los lectores, desconcertados y cautivados por su singularidad.
El encuentro de Bartleby con el Sombrerero Loco podría resultar en un diálogo inusual y lleno de ironía. Mientras que Bartleby ofrece su famosa respuesta de “Preferiría no hacerlo” a las demandas que se le presentan, el Sombrerero Loco podría responder con su característica pregunta no secuencial, como “Si el tiempo es un conejo, ¿el espacio sería una zanahoria?” o “¿Puedes encajar una taza de té en una frase?” Esta interacción entre dos personajes tan peculiares y enigmáticos daría lugar a un contraste hilarante y profundo, explorando temas como la resistencia frente a las expectativas sociales y la naturaleza absurda de la realidad.
Ambos personajes, Bartleby y el Sombrerero Loco, desafían las convenciones establecidas y se niegan a encajar en los roles predefinidos. Sus actitudes rebeldes y su rechazo a seguir las reglas establecidas nos invitan a cuestionar las normas sociales y a reflexionar sobre la importancia de mantener nuestra individualidad en un mundo que tiende a homogeneizarnos.
En última instancia, la unión de Bartleby el escribiente y el Sombrerero Loco en una narrativa conjunta podría abrir las puertas a una exploración aún más profunda de la condición humana y sus múltiples facetas.
Ángela
Bartebly, el escribiente, un celebérrimo cuento escrito por Melville en 1853, trata sobre un abogado, el narrador, que posee un estudio divertidamente equilibrado por tres corrientes empleados. Sin embargo, un día contrata al desolado Bartebly, que cuando se le exhorta que realice distintas tareas, erige su majestuosa voluntad sobre la base de una gramaticalidad simple que incluso le sirve de pantalla a sí mismo: “I would prefer not to”. La curiosidad del relato también estriba en detectar nuestro designio (el del lector más el narrador) de dotar de direccionalidad a un ser encallado en la indiferencia radical, ahistórico. Empero, Bartebly continuará residiendo ajeno al mundo de la acción, y nosotros ignoraremos si su enigmática frase provenía de una afirmación o una negación.
Eric
Bartleby el Escribiente es un relato en el cual se expone el carácter libre pero desidioso de uno de los ayudantes de un abogado de Wall Street. Con la famosa frase “I would prefer not to”, Melville cuestiona la autoridad real de la comunidad frente al individuo, el cuál ejerce una negación metódica e incondicional hacia todos ésos trabajos que le son impuestos por analogía —en un intento de igualar sus obligaciones con la de aquéllos que sí se hacen cargo de sus responsabilidades— así como hacia las necesidades físicas, la dependencia de las cuáles también es puesta en crisis por el autor. Dicho comportamiento altera y confunde de tal modo a los afectados de éste que, al darse cuenta de la imposibilidad de combatirlo o redirigirlo, acaban huyendo del pobre Bartleby, más por necesidad que por miedo.
Guillem
Para Pablo: gran personaje Bartleby.. Hace mucho que se poco de tí. Sigues alrededor de la UAM? Ricardo López
El mar., 4 jul. 2023 12:46, Club de Lectura y Escritura creativa en Madrid