La Nueva Necropia

De Cortázar al cielo

Queridas lectoras, queridos lectores,

Ayer, 12 de febrero, se cumplieron cuarenta años de la muerte de Julio Cortázar, uno de nuestros grandes maestros a quien tanto debemos y quien tantas aventuras nos ha regalado.

¿Os acordáis de esas noches callejeando por París con Dédée, Johny y Bruno en busca de un saxo que nos sacara del tiempo o, más bien, nos metiera en él?, ¿o de las llamadas y visitas a tía Clelia encontrando siempre la manera de que mamá no sospechara que estaba enferma? ¿Y recordáis ese maravilloso fin de semana en Urueña, acomodándonos en nuestro sillón favorito, ese que estaba de espaldas a la puerta, dejando que nuestra mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde antes de ponernos a leer los últimos capítulos de Rayuela?, ¿y ese sueño que tuvimos al lado del fuego, de todos los fuegos, lleno de olores – a pantano, a fragancia compuesta y oscura – en el que teníamos que huir de los aztecas que andaban a la caza de un hombre, y nuestra única probabilidad era la de escondernos en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarnos de la estrecha calzada que solo ellos, los motecas, conocían?

Queridos necropixs, ¿cuántas veces habremos recorrido el zaguán de la casa de Rodríguez Peña, aquella de la que terminamos alejándonos, con lástima, después de cerrar bien la puerta y tirar la llave a la alcantarilla porque la habían tomado?

Este es un pequeño homenaje a nuestro amado Julio. Que su literatura, sus personajes y su saber sigan acompañando a La Necropia por muchos años más, que aquí seguiremos celebrándolo. Y a nuestro otro gran maestro, Pablo, gracias por abrirnos las puertas del cielo de Cortázar.

«El mundo es una figura, hay que leerla. Por leerla entendemos generarla.»

Rayuela

Besos y abrazos cortazarianos,

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