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Manual de relojería y otros cuentos (por el Taller de Escritura de la UAM)

¡Tremendo librazo nos hemos marcado con los necropi@s de la UAM! Con una portada impresionante (¡gracias Claudio y Delia!), un diseño delicioso (¡gracias Almu!), la colaboración de Editorial La Necropia (¡gracias necropi@s primigenios!) y unos textos que cortan la respiración, Manual de relojería y otros cuentos ha conseguido que Los siete pilares de la sabiduría de T. E. Lawrence sólo pueda ser considerado mero plagio por anticipación. Veinte participantes y participantas del Taller de Escritura oficial y del Taller de Escritura oficioso de la Universidad Autónoma de Madrid, cursado entre febrero y abril de 2018, han participado en lo que ya es sin duda una nueva joya de la literatura universal. ¡Gracias a tod@s! Pablo.

Aquí el «Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a Manual de relojería y otros cuentos«, por Caetana Lombardía y Pablo Nacach.

llévame entre las dulces sustancias/ que mueren cada día en tu memoria (Alejandra Pizarnik).

Como un conjunto de islas unidas por aquello que las separa, este archipiélago de cuentos –de ejercicios de escritura siempre inacabados– repasa miedos y obsesiones, celebra libertades e independencias, conjura sueños, pesadillas y realidades de veinte apasionadas estudiantes universitarias que se han ejercitado con ellos, confundiéndose sin fundirse para generar un relato unívoco en su diversidad, plural en su singularidad.

Abrumadas y exultantes a partes iguales y cruzando opiniones verticales con críticas horizontales, enraizando espacios literarios y rizomatizando escenarios poéticos, por así decirlo, cayendo hacia arriba, las responsables cuentistas han sido capaces de escribir, editar y publicar un libro fantástico –en el doble sentido del término– encargado de confirmar que escribir es otra manera de leer.

Porque si algo ha conseguido aprender Manual de relojería y otros cuentos a golpe de ensayo, error y más error es que no hay subterfugios que valgan para partir ni atajos que sirvan para llegar, o que el terror a la página en blanco es una leyenda urbana; porque si algo ha logrado enseñar Manual de relojería y otros cuentos a golpe de error, ensayo y más ensayo es que no existe otra inspiración que la de moverse e/a intentar(lo), o que escribir es un oficio que fagocita infinitas horas de trabajo vivo y requiere ajustadas dosis de cataléptica soledad.

Manipular, Asfixiar, Creer, Soportar: he aquí las divisiones internas de unos textos cuyo mayor encanto sea probablemente lo variopinto de sus temáticas y lo complejo de sus construcciones, ensamblados en torno a un par de sencillas contraintes oulipianas que, quienes se acerquen a la lectura con el amor suficiente, no tardarán en reconocer. Y es que ahora mismo decir Dostoievski es decir Jorge, decir McCullers es decir Ana, decir Woolf es decir Alberto, decir Cortázar es decir Caetana, y así sucesivamente contando hasta veinte: nombrarlas a unas y a otras es convocar amistades personales.

Con su lucidez acostumbrada declaraba Oliverio Girondo que un libro debía construirse como un reloj y venderse como un salchichón. Lo del reloj es cosa nuestra; del sector charcutero, lo demás.

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