Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Aunque solo tenía acceso a ellos durante una hora los domingos tras las tareas. Desde que ella entró en nuestras vidas a los dos años de la muerte de mamá, todas ellas estaban tomadas por estrictos horarios. Los sirvientes y yo los habíamos aprendido a conciencia y estaban grabados a fuego en nuestros cuerpos y en nuestros cerebros. Pero ahora papá se había ido para siempre también y ya no los soportaba más. Era imposible. Sólo espero que mi tiempo para el baño hoy fuera suficiente para completar mi plan y poder reunirme finalmente con ellos en un sitio sin dolor y miedo.
Por Marian Martín
Escrito de 670 caracteres tras “Casa Tomada” de Cortázar, al hilo de una frase