Entrevista a Magalí Bruneau, por Lucía Sánchez Naharro.
Orgullosos y felices de nuestra querida Magalí Bruneau, participante y miembra fundadora del Club de Lectura y Escritura “Escribir es otra manera de leer” de La Bagatela, que en el I Concurso de Cuentos Cortazarianos “Esperanza Necropia” obtuvo el tercer premio con su cuento El revés de la noche, le solicitamos una entrevista a la joven escritora, que nos ha hecho un hueco en su apretada agenda para revelarnos sus secretos creativos mejor guardados y hablarnos de sus futuros proyectos, que siempre están en presente.
Lucía: Ya está, yo creo que está grabando. Lo que pasa es que luego no sé si… Yo creo que está grabando. Ahí, el punto rojito. ¿Lo grabamos entonces?
Magalí: Grábalo, toma nota por si acaso…, y ya.
Lucía: Hacemos eso. Qué vergüenza. (Risas.) Vale.
L: ¿Por qué el título del cuento, El revés de la noche? ¿Hubo otras posibilidades?
M: Por qué el título… A ver, lo del título es bastante sencillo, aunque seguramente cuando escuche la grabación te hará cambiarlo… El título no es mío, es de Pablo (se refiere a Pablo Nacach, coordinador del Club). El primer título me parece que fue Tocata y fuga. No me preguntes por qué, no lo sé. (Risas.) Simplemente por fuga, y tocata… porque pegaba con fuga. (Risas.) Luego… pues estaba claro que no quedaba bien. Entonces empezamos a hablar de la noche, y empecé a buscar varios títulos en relación con ella: qué pasa cuando estás al otro lado de la noche y empiezas a vivir con ella. Barajamos otras posibilidades, también algo relativo a gatos… Al final salieron La noche al revés, Al otro lado de la noche… Y de un mix, sacamos El revés de la noche. Y así pasó, básicamente.
L: Y a ti te gustó…
M: A mí me encantó, sobre todo porque al traducirlo al francés tiene un doble significado: uno es la otra cara y otro es el otro lado, pero “bajo los pliegues”, vivido desde dentro. Y me gustó mucho también porque la noche es una de las obsesiones que tengo en mi escritura, por así decirlo. Igual que los sentidos, el tema de perder la vista y cómo funcionar con los demás sentidos… Todo esto también está presente en otros textos que he escrito.
L: Y es un título que también puede recordar a Cortázar…
M: Seguramente… La noche boca arriba, por ejemplo… Sí, recuerda a Cortázar.
L: ¿Cuál fue la inspiración del cuento?
M: La realidad… Me cortaron la luz durante tres meses. Evidentemente, eso cambia tu forma de vivir, cambia tu relación con todo lo que te rodea, desde lo más básico. Luego ahí también es importante la forma en que cada persona lo vive, tampoco se puede generalizar sobre las desgracias de la gente. Yo tuve la posibilidad de mudarme a otro sitio mientras durase el corte, pero reaccioné decidiendo quedarme, acostumbrarme y encontrar soluciones, vías de escape.
L: ¿Y hasta qué punto llega tu realidad al cuento? Es decir, viviste sin luz todo ese tiempo, pero ¿te caíste y te hiciste una herida, encontraste refugio en un hueco bajo una escalera…?
M: Hay muchas anécdotas que contar sobre esos tres meses, pero la violencia, los golpes y la sangre forman parte del suspense del cuento, y son más bien una metáfora, una imagen que me ayuda a reflejar lo que me ocurrió psicológicamente. Es una asociación entre el dolor físico de las caídas de la protagonista y el psíquico de todo aquello.
L: ¿La noche juega también un papel importante dentro de esa metáfora?
M: Eso es complicado, aunque muy interesante también. Creo que ahí tiene mucho que ver la interpretación que uno le da al leerlo. Hubo uno de los comentarios del jurado en el que se mencionaba la relación amorosa de la protagonista con la noche, por ejemplo. Yo no me lo planteé así, pero me gustó releer el cuento considerando esa perspectiva. Además, la noche va un poco unida a no ver las cosas como son a la luz del día, a no poder utilizar un sentido tan esencial como la vista… Al final creando un mundo propio donde poder sobrevivir.
L: Y finalmente la protagonista desaparece… ¿no? (Duda en el aire.)
M: Sí… En el final del cuento ella desaparece, que yo sepa. (Risas.) A ella no la encuentran, porque no está, supongo… Es posible que ni siquiera existiese. Si no encuentran nada de lo que ella vivió, no hay forma de saber si lo que se cuenta ha ocurrido de verdad. Por ejemplo, las frases escritas en presente sobre sus pensamientos, los que ella tiene durante el cuento, hacen dudar sobre si la narración es real o no. Quizás ella esté relatando todo desde un sitio que no pueden ver las personas que llegan al final… Una cosa es desaparecer, y otra es quedarte donde los demás no te pueden ver.
L: ¿Se podría relacionar El revés de la noche con algún cuento de Cortázar?
M: Quizás con Axolotl… Es más o menos la idea del traspaso a una realidad que ves y que no entiendes, mezclarte o fundirte con esa realidad por voluntad propia. También con La noche boca arriba, por todo ese juego de oscuridad, noche y sueño. Y puede que incluso con La autopista del Sur, por la construcción de una ficción sobre algo real y bastante común.
L: ¿Intentaste darle al estilo del cuento algún toque cortazariano?
M: No de forma muy consciente. Es el primer relato que escribo en español, y después de haber leído a Cortázar durante todo un año, quizás por mimetismo, supongo que al final es inevitable que algo pequeño de esa lectura haya quedado reflejado en el cuento.
L: ¿Qué hiciste antes: elegir las frases o escribir el cuento?
M: A mí me pareció muy buena idea lo de las frases. Me gusta partir de algo muy concreto, de una constricción, dentro de la cual me puedo mover y sobre la que puedo trabajar y elaborar una historia. Así que construí todo el cuento alrededor de las frases, que me dieron un poco el hilo conductor. De hecho, el primer borrador del relato fue en base a otra de las frases, «Estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo lo que otros ven». Pero el resultado no tenía una estructura muy clara, y con esa frase se introducía en el cuento otro elemento: la gente, el hecho de acostumbrarse a vivir de una determinada manera, en este caso sin luz, y la forma en la que tu entorno reacciona ante ese modo de vida. Me pareció demasiado como para añadirlo al no soportar la luz y al querer vivir en la noche, y por eso acabé decidiéndome por otras dos frases. Me relajé, las dejé un poco a un lado, me puse a escribir y esperé al momento justo para meterlas en el relato.
L: ¿Por qué elegiste esas frases en concreto, “Lograba así una zona de seguridad, una tregua donde pensar” y “Yo no era más que mi propia fuga”?
M: Bueno, las elegí por el sujeto, que en las dos era “yo”, para que coincidiese con la primera persona del cuento. Y aunque el relato sea en primera persona, la protagonista es ella, yo soy otra cosa, estoy aparte. Fue por comodidad, porque escribir así me resulta más fácil a nivel gramatical en español (risas).
L: ¿Existe la casa del cuento?
M: Sí, existe, pero a trozos. La base es real: en mi casa hay una escalera, y hay una especie de desván donde se guardan un montón de cosas… Pero la casa del cuento tiene entidad propia. Me hice un plano físico para poder trabajar sobre él, estructurar los movimientos y las acciones de la protagonista sobre una escenografía que incluyese iluminación y decoración y que reflejase distancias y huecos entre espacios.
L: Tu idioma materno no es el español, es el francés. ¿Cuál ha sido el proceso de escritura de este cuento?
M: Creo que no tiene mucho que ver con el idioma, porque lo escribí directamente en español, intentando no pensar en francés y echando mano del lenguaje y el vocabulario que sé y que utilizo. El proceso fue más bien escribir, corregir, escribir, corregir…
L: Pero ¿desde cuándo puedes expresarte por escrito así de bien en español?
M: Bueno, escribí una obra de teatro en español hace siete años, pero empleando solo el poquito vocabulario que sabía entonces. Desde hace tres escribo más a menudo en español, porque lo trabajamos en el Club.
L: ¿Dirías que escribes igual en francés que en español?
M: Quizás sí en cuanto al ritmo de la narración, pero no en lo que se refiere al estilo, al nivel lingüístico: en francés me gusta emplear un lenguaje coloquial pero metafórico, juego mucho con el argot; en lo que he escrito en español tampoco me ha interesado utilizar ese nivel de expresión.
L: ¿Tienes entre manos algún otro proyecto literario?
M: Eeeeeh… (Risas.) Estoy escribiendo subcapítulo a subcapítulo algo que espero que, con una estructura, un principio y un final, supere las cinco páginas (risas) y se convierta en una novela.
L: ¿Habías pensado en seguir escribiendo relato corto?
M: Sí, pero solo como entretenimiento, como un ejercicio para trabajar desde el español. Necesito tiempo porque quiero centrarme en el proyecto que he mencionado antes, que además lleva un trabajo doble: estoy escribiéndolo y pensándolo en francés, y además traduciendo lo escrito al español de forma esquemática para poder corregir y modificar la estructura con Pablo.
L: Algunas cuestiones de “interés general” para terminar… ¿Cómo viviste la Gala de la Entrega de Premios?
M: Durante la Entrega de Premios no me di mucha cuenta de lo que pasaba, no fui muy consciente cuando escuché mi cuento como uno de los finalistas, y tampoco cuando me levanté a recibir el Premio y dije… no sé ni qué dije. Sinceramente, no me lo esperaba en absoluto. Así que también hubo algo de sorpresa. Y me sentí muy contenta también… Recuerdo que tenía muchísimo calor, una locura, y luego que esa misma noche me entró una fiebre tremenda. La mezcla de todo es algo parecido a un cuento cortazariano vivido en La Bagatela. (Risas.)
L: ¿Algún libro o autor favorito, en general? ¿Algún cuento de Cortázar preferido, en concreto?
M: Cada vez que leo un libro cambia mi opinión, pero, visualizando la sección de preferidos de mi biblioteca (risas), diría que Viaje al fin de la noche, de Céline, El extranjero, de Camus… También me gustó mucho un cuento que leí hace poco, Encender una hoguera, de J. London. Y de Cortázar, quizás sean mis preferidos “Los venenos” y “Simulacros”.
L: ¿Cómo han sido estos días disfrutando del asa de la taza de Cortázar? Parecía tener una estructura ergonómica ideal…
M: (Se le ilumina la cara.) Bueno, es fantástica. Es La Taza. Me cabe la mano en el asa perfectamente. Es mi taza para desayunar, y de hecho intento no lavarla con mucho jabón por si acaso, para no estropearla. Estuve casi a punto de enmarcarla… (Me cuenta cómo enmarcó también el Premio del Concurso “La mano que mece la pluma”: fabricó un marco con fondo, como una especie de ventana, para poder tenerlo colgado en la pared.)
L: ¿Quieres añadir algo más? ¿Crees que falta algo?
M: No, creo que está todo. (Sonríe, y risas.)
L: Claro.