Aquí os pasamos la hermosa carta que nos envió la autora del libro, Claudine Galea, antes de la presentación; el Prólgo que explica el making off del trabajo de traducción que Magalí & equipo necropio han completado de «Hasta los huesos», y un momento del primer capítulo. ¡Que lo disfrutéis!
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PRÓLOGO
A raíz de un ejercicio de traducción con vistas a mejorar su castellano escrito, una de las integrantes del Club de Lectura «Escribir es otra manera de leer» decidió traducir por completo la novela Jusqu’aux Os, de Claudine Galea. A medida que el proyecto iba creciendo, se unieron a la aventura editorial tres personas más que continuaron destripando, explorando, descifrando, retocando y corrigiendo las páginas de este fantástico libro.
Una vez formado el equipo se contó con la colaboración de Claudine, quien estuvo presente durante todo el tiempo que duró el proceso, mediante correos y breves encuentros entre París y Madrid. Desde la distancia, ella fue quien dio al proyecto su dimensión real.
Lo que comenzó en noviembre de 2012 como una actividad individual se convirtió en una construcción colectiva y autogestionada. El trabajo se hizo respetando la horizontalidad como proceso organizativo. Porque en todo momento el colectivo buscó desarrollar e incentivar la participación y la toma de decisiones conjuntas mediante el debate y el diálogo.
Tres años pasaron y finalmente aquí tenemos la versión definitiva en castellano de Hasta los huesos. Satisfechos con el resultado y convencidos del valor literario del libro y de su traducción, el equipo propuso su publicación a varias editoriales que declinaron el proyecto. Ante lo cual, a principios de 2016, se decidió autoeditar varios ejemplares para que la labor de todos estos años quedara reflejada, así como para permitir que un público más amplio tuviera acceso a un libro que nos ha parecido bello y fascinante.
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HASTA LOS HUESOS
GLOUCESTER
Primer periodo
Uno
cae una lluvia helada, y toda la ciudad se vuelve negra. negras las altas casas de varias plantas y las tiendas estrechas y profundas, negros los árboles en jardines y plazas, negras las aceras, negras y resbaladizas, relucientes, inquietantes, brillan sin luz, brillan en la oscuridad, con un negro aún más negro, que atrae a los ojos y devora los pies, y todavía más negras las iglesias, todas las iglesias de esta ciudad oscura, llueve, la lluvia no me detiene, camino, subo y bajo, bajo y subo. la ciudad entera es una colina, una colina sin color, una colina gris, una colina de edificios de piedra, de calles, de coches, la lluvia es fina, tan fina que acaba penetrando, se pega al cuerpo a la ropa al pelo, camino, es mediodía, han cerrado las puertas, los escaparates, las oficinas de correos, los ultramarinos, subir las calles empinadas da calor, las aceras mojadas y sucias resbalan, la gente se agarra a sus paraguas como si eso fuera a impedir que se cayeran, aquí usan grandes paraguas, odio los paraguas, me mojo, puedo meter las manos en los bolsillos y apretar los puños, me anclo al hormigón, avanzo, me subo el cuello, no miro nada, no miro a nadie, no hay casi nadie en la calle a estas horas, señoras mayores, niños, los niños corren sin miedo y ríen, con sus capuchas rojas verdes amarillas azules, dibujan rayas de colores en la ciudad ahogada por la lluvia, los veo, estoy con los niños, camino, camino todo el tiempo que puedo, hasta que llegue la hora, hasta acabar empapada, calada hasta los huesos, trenched to the skin*, camino, es una ciudad en la que se puede caminar, caminar me tranquiliza, salgo de la ciudad, sin destino, yo no escogí esta ciudad, una ciudad aún más negra que yo.
en lo más alto, hay un castillo con un parque. el castillo también es negro, las ventanas están cerradas. ya no tiene dueños o están de vacaciones. un jardinero se afana en alguna parte, bajo los altos alerces. todas estas moradas de piedra son lúgubres y frías. te hielan los huesos, o será por la lluvia por lo que pienso en eso, los huesos, mis huesos, bajo el cobertizo frente a la gran verja de entrada, me pongo a cubierto, las calles se desmoronan y se funden en un reguero negro que corre hasta el río, y el ruido aumenta con las aguas torrenciales que fluyen hasta el río, escucho el ruido, lo dejo crecer, música de orquesta en mis oídos, crece aún más, con timbales e instrumentos de viento, de nuevo, otra avalancha, otro derrumbamiento, toda la ciudad se desploma, arrastra a la gente en su desmoronamiento, desaparezco en esta catástrofe, me voy, desaparezco, me voy –ahora estoy temblando y tengo escalofríos, inmóvil en el aire helado, entre la ropa húmeda–, me voy a otra ciudad, lejana, en américa en áfrica, una ciudad ruidosa, bulliciosa, una ciudad llena de gente, gritos, olores, pájaros, cláxones, niños, una ciudad agitada, una ciudad saturada de vida, donde la vida surge, brota sin control, emborracha, desborda, arrolla –un coche me deslumbra, la verja se abre, aquí está el dueño, luces cortas luces largas cortas largas, estoy en su cobertizo, cortas largas cortas largas, gilipollas, viejo gilipollas, muérete en tu castillo de barba azul, me sienta bien, me sienta bien insultarle, insulta, insulta, sí, qué bien me sienta, muérete, muérete, las palabras estallan, burbujas, diminutos cráteres de fuego, sí, insulta, insulta, las palabras llegan solas y explotan y queman y revientan, muérete, muérete, vuelvo a bajar, la lluvia cae, la lluvia cae a cántaros, dura, lisa, desnuda, camino rápido, con la lluvia en la frente, camino sin ver, atravieso la cortina de agua fría, las palabras forman bolas de saliva, pequeños perdigones, muérete, muérete, las palabras golpean el aire, las palabras crepitan, estoy corriendo, es la hora, muérete, hoy ni siquiera he tenido hambre, ¡muérete!
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