Ilustración de Antonia Iudicissa. El otro cielo me pareció un relato más diluido que La salud…, así como una visión de esos paseos-pasajes-pasillos transitados o soñados (guiño a la pregunta retórica de Claire) por el prota para explicarse el mundo: un caminar en la ciudad (Buenos Aires o París), un conocer sus gentes y sus secretos (esto me parece una confesión del propio Cortázar, que nos habla directo mirándonos los ojos: “quizás porque los pasajes y las galerías han sido mi patria secreta desde siempre”), un construir alguna realidad diferente, de “falso cielo”, “falsas manicuras”, “noche artificial” y “falsa indiferencia”, pero diferente y COMPARTIDO (qué lejos está “mi mundo” de “nuestro mundo”) al fin y al cabo.
Club de lectura Pablo, Claire, Lucía
Primavera 2017
El otro cielo de Cortázar
Claire – 26/02/2017
El otro cielo, es un relato corto maravilloso, creo que no hay otra palabra, me encanta.
El otro cielo es el cielo cerrado de las galerías del París de los siglos XVIII y XIX.
Unos passages cubiertos para protegerse de la lluvia y del mudo (no había acera en la época), unos lugares de comercio y de ocio, muy burgés.
(Para concerlos, venir a París o leer Walter Benjamin)
Un cielo cerrado pero lleno de ilusiones y deseos, lugar de deperdición y desaparición nos dice el corto.
Un cielo también «falso», pintado y sucio, que protege de la realidad.
Un cielo teatral que se convierte en pesadilla cuando salen para asisitir a la execución de Laurent, el serial Killer.
La escena de guilotina es increíble, se entiende todo con el mínimo de palabras, el rapto de la mancha blanca. Muy fuerte. Parece un cuadro abstracto.
(leer Victor Hugo, Le Dernier jour d’un condamné)
Julio Cortázar nos hace pasear, flâner, en el París del siglo XIX y su luz de gas, el París de Baudelaire y Lautréamont que cita (Les Chants de Maldoror), y Buenos Aires.
Maravilla de la lectura que permite estos vaivenes.
Este cuento en el cuento, o sea esta vida paralela en las galerías parisinas, sería un sueño ?
La escritura como pasaje entre épocas y lugares, eso será…
Pablo – 27/02/2017
Hola Claire y Lu, bongiorno ragazzas:
En efecto, gran cuento «El otro cielo», siempre es lícito preguntarse si cada cuento de Cortázar es un sueño, ¿verdad?
Yo tengo mis notas al relato en mi ejemplar original, con la portada de delante la Galeria Guemes, de detrás el Pasaje Vivienne, maravilloso ejemplar, no es primera edición pero para mi es un incunable: es el de mis padres que leía cuando era chico y no entendía nada, o cuando no sabía que «entender» no era en realidad el objetivo.
Me parece muy interesante la edad del protagonista en Buenos Aires: 14 años. Es la edad que tiene Silvio Astier, el muchacho de «El juguete rabioso» de Arlt que ya hemos comentado, y mi abuelo cuando llegó a Argentina de Siria, que estuvo dos años para llegar, solo (esos viajes que son de película y que nunca sabremos la verdad).
Yo conocía la Galeria Guemes, cuando estaba bastante parecia a como la describe Cortázar, luego fue reformada en Centro Comercial, horrible.
Podréis creerme o no, pero ayer mismo, cuando pensaba en este relato y lo releía esperando las notas de Claire, me puse a pensar en mi propios 14 años, que están ahí, desdibujados, no del todo, porque la conciencia es tal vez saber que siempre uno o una ha sido y es una parte de lo que la actualidad le dicta. En fin, que me pensaba viajando en autobús treinta kilometros, solo, escuchando en el walkman a Charly García, un disco que se llama «Yendo de la cama al living», que había salido recién, pongamos 1985, para ir del sitio donde veraneaba con mi familia a otra playa donde estaban mis amigos. Esos viajes solo en autobús eran increíbles, la sensación de poder, de saberme manejar por mi cuenta, de sentir que el tiempo estaba detenido en esa canción que sonaba en mi walkman. ¿Por qué hacía ese viaje cada día en lugar de quedarme con mi familia, mis primos, mis privilegios? La respuesta en el proximo capítulo 🙂
Y la frase «todo olía encarnizadamente», qué habil Cortázar para combinar los sentidos, el olor como el odio, encarnizado.
Y el pasaje como recurso literario y como tobogán a la Muerte inevitable.
Ay, que melancolía de adolescencia me ha dado…
Para la próxima sesión que os parece si leemos un relato maravilloso de Borges, «El milagro secreto», lo estoy trabajando para mi libro así que vuestros comentarios me vendrán de maravilla.
¡Bisous muchos!
Pablo.
Lu – 01/03/2017
Me pareció este un relato más diluido que La salud…, así como una visión de esos paseos-pasajes-pasillos transitados o soñados (guiño a la pregunta retórica de Claire) por el prota para explicarse el mundo: un caminar en la ciudad (Buenos Aires o París), un conocer sus gentes y sus secretos (esto me parece una confesión del propio Cortázar, que nos habla directo mirándonos los ojos: “quizás porque los pasajes y las galerías han sido mi patria secreta desde siempre”), un construir alguna realidad diferente, de “falso cielo”, “falsas manicuras”, “noche artificial” y “falsa indiferencia”, pero diferente y COMPARTIDO (qué lejos está “mi mundo” de “nuestro mundo”) al fin y al cabo.
Rescato de Pablo el sentimiento adolescente: tengo marcada una frase que tiene que ver con ese olor encarnizado que mencionas, “saboreando y oliendo a la vez, quemándome y feliz”, pero que se encuentra en la segunda parte del cuento, cuando, después de acercarnos a su adolescencia, nos aparta con el golpe de la muerte (de ese otro protagonista, enfrentado a “La máquina” , tremenda escena como dice Claire) y, ojo, la mentira (“mi felicidad en ese mundo había sido un preludio engañoso, una trampa de flores como si una de las figuras de yeso me hubiera alcanzado una guirnalda mentida”).
Un placer leerlo, queremos tanto a Julio…
À bientôt!
Lucía
*
La salud de los enfermos de Cortázar
Claire – 02/02/2017
Con este título irónico, Cortázar anuncia la tonalidad de este relato corto. Cuenta la historia de una familia que miente a la mama sobre la salud de los otros miembros de la familia para preservar la salud débil de la mama… Poco a poco la mentira piadosa se convierte en un cuento en sí mismo, o como dicen en la familia en “una comedia”.
Hoy, no me interesa ni el aspecto filosófico de la mentira piadosa ni la frontera frágil entre realidad y invención, sino la idea de enviar falsas cartas del hijo muerto, Alejandro, para fingir su existencia. Este truco lo hizó la madre de un autor francés famoso, Romain Gary. Antes de morir, la madre escribe y confia 250 cartas a una amiga, que envia durante tres años estas cartas a Romain Gary. Piloto para el ejército La France libre de De Gaulle, descubre su muerte cuando vuelve a Francia en 1944. Testimonio de un amor incondicional, esta historia es famosa en Francia y me hice mucha ilusión leer su reflejo en un relato de Cortázr.
Quizás, conoceís Emile Ajar, el doble de Romain Gary… Los dos ganaron el premio Goncourt, el primero con Les Racines du ciel en 1956, el segundo con La vie devant soi en 1975… Fantástica superchería (la palabra existe en español?) descubierta después de su muerte.
Conclusión, la mentira es de familia o no lo es !
Pablo – 06/02/2017
Salut las chicas!
¡Qué buena coincidencia! Habría que ver si la madre hizo ese acting de las cartas antes o después de que Cortázar escribiera su relato, quién sabe, igual Cortázar invitó a tomar mate a la señora un día y le contó su experiencia y de ahí Cortázar escribió «La salud de los enfermos», o al revés, un día la señora leyó el relato de Julio y le escribió para agradecerle la idea y se encontraron a orillas del Sena a comprar libros viejos.
Magnífica la reseña personal de Claire, comme il faut (me hago el que se francés pero todas mis citas son sacadas de las citas de Nietzsche en ‘La genealogía de la moral’, nunca se muy bien qué significan pero parece que queda bien ponerlas, jaja)
A mi este cuento me fascina porque siempre he pensado que es la historia de mi familia, o de Argentina misma, y me dio pie a pensar una frase que me gusta mucho y que uso en todos mis libros, jeje: que la mentira es parte de la verdad.
Lu – 07/02/2017
El cuento es una maravilla. Con la primera lectura me reí mucho. Coincido con Claire en su pensamiento sobre ese aire de comedia que la familia le da a todo ese gran teatro que montan con tanto esmero, que inspiró en mí un sentimiento así como entrañable.
Esto me hizo sospechar (¿de la familia?, ¿de Cortázar?, ¿de mí misma?) y reflexionar sobre las grandes redes (de mentiras, casi siempre) que hace falta poner en marcha para sostener conceptos o identidades tan complejas como “familia”.
Esta reflexión me cuadró un poco más, me acomodé a ella, y con la segunda lecturita que he hecho por encima la hago más cómoda todavía: observo a Cortázar, muy sutil, acercándosenos con ese lenguaje tan ágil, tan rápido y tan hablado, elevando a la condición de personaje esta noción de “familia” tan poderosa (ni después de muerto se la abandona) e inestable (con ese dispositivo que despliegan los familiares para responder a la necesidad que ellos suponen que tiene la madre de ignorar a toda costa la muerte de Alejandro, de tía Clelia: las cartas, las falsas noticias) para, finalmente, lanzarnos a la cara y más o menos por sorpresa ese “mágico realismo” de entretenerse haciendo del dolor compartido de la muerte un pasatiempo familiar (último párrafo: ¿cómo contarle a Alejandro que mamá ha muerto?).
¿Nos invita el autor a descifrar el enigma de cuál es la salud de los enfermos? Para mí, el final lo deja claro (o tan claro como Cortázar quiere): la familia es el sedante, como lo es la mentira, la piedad que todos tienen hacia la madre o el empeño y la energía que gastan en pretender que todo siga en pie y “hacia delante”… Medicina paliativa o droga adictiva que les hace creerse sanos (bondadosos, compasivos y amantes miembros de una familia protectora y protegida) y olvidar la fea enfermedad que les consume. Genio Cortázar, ¿cuál es entonces la enfermedad que estos enfermos padecen?
Me viene a la cabeza Good bye, Lenin! (https://www.youtube.com/watch?v=mIjSaHUKD5I), peli ambientada en el Berlín de finales de los 80: un hijo se rompe la cabeza para idear la manera en que su madre, política y sentimentalmente comunista, que entra en coma antes de la caída del Muro y sale de él después de la misma, no descubra la nueva realidad capitalista que la rodea.
Bueno, después de estas confesiones un poquito torrenciales de medianoche, me despido, les amis!
À bientôt! 🙂
Lu
Pablo – 07/02/2017
Maravillosa interpretación de Lu, agregaría a toda su sinergia conceptual que la madre, nos da a entender Cortazar, ¿Cortázar?, siempre sabe que Alejandro ha muerto, por lo tanto la farsa da un giro sobre sí misma y es doble farsa, o como decia Marx en El Dieciocho Brumario, una vez como comedia y otra vez como tragedia.
P.
*
El milagro secreto de Borges
Lu – 19/03/17
Bonsoir les amis,
Recién leído el breve y maravilloso milagro secreto de Borges, aquí os dejo un par de apuntes de tarde de dimanche…
Considero que hace falta ser muy genio para describir y analizar con tanta honestidad y fuerza la condena humana. Por condena humana entiendo esta fea manía que tenemos de condenarnos los unos a los otros a morir en vida o a vivir la muerte (cárceles, corredores, horcas y fusilamientos).
Al hilo de la lectura paralela de El vagabundo de las estrellas de London, el último párrafo (attention, puede que esto sea spoiler) me llegó como una reflexión perfectamente tejida con el pensamiento común que todas estas grandes mentes parecen tener sobre el tema: ese “no disponer de otro documento que la memoria”, ese “urdir en el tiempo un alto laberinto invisible (Borges, pícaro, ¿no serás tú el Dios que se esconde en esa letra perdida en la biblioteca soñada del Clementinum?)” que (¿)solo(?) conocen los presos y los condenados de este mundo, “el universo físico”.
Porque un cuerpo sometido (al encierro o a la muerte en el paredón) desata la mente, que, en palabras de estos autores, de repente vuela, vive y ve con la potencia y la intensidad más absolutas. A condición, según mi punto de vista, de una cierta fortaleza interior que abre puertas o caminos. Caminos como el que sigue el vagabundo. Puertas como las tapas del libro que contiene este milagro secreto.
Tremendo. Impaciente por leer vuestras opiniones.
Abrazos (casi) de primavera,
Lucía
Pablo – 20/03/17
Chavalas milagrosas:
Tremendo comentario de Lu al tremendo texto de Borges, de hecho, acabo de cambiar un pasaje en mi libro que ponía a la Fenomenología del espíritu de Hegel por el Clementinum como ejemplo de libro complejo de leer, cuatrocientos mil tomos, ni el pesado de Perez Reverte llega a tanto.
Ahora que estoy en la ultima fase de mi libro, es decir, armarlo antes de abandonarlo -nuevamente Borges: un texto no se termina, se abandona-, una de las fases que más me gusta pero que require más atención ya que hay que tener todo el libro en la cabeza, entiendo la súplica de Hladick, yo no se si pedíría un año más, pero unas semanitas no me vendrían nada mal, jeje. De qué modo tiene todo el libro en la cabeza y lo relata siempre me pareció increíble, y cómo en realidad no necesitamos para escribir más que la imaginación: supongo que a pintores y escultores también les alcanzará con ello. De hecho, Marx decía que esa era la característica que diferenciaba al hombe del animal: poder pensar previamente el acto ejecutador que viene después (soñar la casa antes que el hogar, sentir la caricia antes del roce).
Siempre vinculo este relato de Borges a un par de él maravillosos, el primero de los cuales quisiera proponer para la próxima sesión: «Funes el memorioso». No hago spoiler como algunas, jeje, lo dejo para la lectura, pero sí comento otro de esos relatos de Borges que me flipan chaval: «El aleph». Tremendo ese lugar del que se ven todos los lugares y todas las cosas, Borges imaginó Internet antes de que ocurriera.
Una hermosa cita de London en «El vagabundo»: la única manera de olvidar, es olvidar.
Finalmente, la maravilla técnica con la que Borges va acercando la estructura de la novela al fusilamiento de Hladik me parece sensacional. Y en «Funes…» tambien termina Borges así, comentando como en una esquela la muerte del protagonista. Los tres relatos mencionados tratan sobre la memoria y el olvido (no hay una sin la otra, creo yo), y siempre me ha dado la sensación de que Borges sacó las ideas de un texto de Nietzsche de su Segunda consdieración intempestiva, en el que comienza diciendo: «Imaginemos un hombre que es incapaz de olvidar». Claro que la idea puede ser de Nietzsche, pero la fantasía es sólo de Borges.
Bisous y a la espera del comentario de Claire,
Pablo.
Claire, nada ?
*
Viaje a la semilla de Carpentier
Pablo
¡Salut las chicuelas!
Si, no es sencillo Borges, pero bueno, cambiemos de tercio: el
grandísimo Carpentier. «Viaje a la semilla» es un relato precioso, para
saborear con calma ahora que viene Semana Santa, ya nos dirás Claire
cuando puedes leerlo, eso, disfrutándolo…
Ya está aquí el calorcito, así que pronto te veremos por Madrid, ¿a que si?
Besos a ambas,
Pablo.
Claire – 22/04/17
De lo que he entendido, denjándome llevar por la poesía del relato, hay un relato dentro del relato. Empezamos con la destrucción de la casa y, de repente, entramos en otro tiempo (II), la casa se reconstruye y la historia de la casa y de sus habitantes se desarrolla a contratiempo, desde su fin hasta su inicio, desde la muerte hasta el nacimiento y la vuelta al estado del ser animal. Como lo de Rousseau, el pasaje del estado natural a la sociedad y a sus sofisticaciones delicadas y perversasm pero al revès.
No sé como se dice en español lo de máquina para remonter le temps.
Claramente es un relato que pertenece al realismo mágico, todo parece normal al principio, pero si que hay indíces de la mágia > dieron las cinco, la personificación de la estatua de la Cerés que tiene sentimientos, la repetición del verbo volver. Cierto que hay referencias a la Biblia (Melchior y tal) pero como no conozco nada de eso, he percibido pocas cosas, en plan el hombre es de polvo y volverá polvo. Lo dice con lo del barró.
El relato me ha hecho pensar en La casa tomada de Cortázar y en un espectaculo de baile de Caroline Carlson que se llama Now, que cuenta la construcción de una casa, su demolición, una nueva vida en la naturaleza, en un árbol… La filosofía de este baile es que mi cuerpo es mi casa, cualquier sea el lugar donde estoy. Todo lo demás no es necesario.
Os dejo con eso, muchos besos
Me voy una semana a Montreal para el curro.
Y vosotro qué tal ?
Bisous
Claire
Lu – 27/04/17
¡Claire, Pablo!
Désolée por lo tarde (de la lectura, y además un mail a estas horas de la noche…).
Espero que todo bien por Canadá, Claire 🙂 ¿Cómo es que viajaste allí? ¿Qué te parece Montreal? ¿Y el acento del francés canadiense?
Comenzaré por lo más curioso: por lo que nos cuenta Claire, ir de un punto a otro en el tiempo se dice “remonter”, que es algo así como “subir” en español, no, Claire? En español decimos “viajar” en el tiempo. ¡Qué conceptos tan diferentes para una misma idea-acción!
Siguiendo con tu pensamiento, Claire, con esa sensación de contratiempo que mencionas, a mí me pareció leer una peli rebobinada, una serie de imágenes apareciendo marcha atrás delante de mis ojos, tan claramente que me abrumó un poco y creí no entender lo que ocurría.
No me dio tiempo a volver atrás en el relato cuando Carpentier me enganchó por el hombro y me pidió que continuase leyendo para comprender: “Cuando el médico movió la cabeza con desconsuelo, el enfermo se sintió mejor.” ¡Pero qué habilidad, Alejo! Después fui en busca de más pistas, y me encontré con frases que, sacadas del texto, son una joyita de crítica e ironía (“Como era costumbre, los esposos fueron a la iglesia para recobrar su libertad” o “El padre era un ser magnánimo y terrible al que debía amarse después de Dios. Para Marcial era más Dios que Dios, porque sus dones eran cotidianos y tangibles. Pero prefería al Dios del cielo, porque fastidiaba menos.”) o de una sensibilidad paralizante -porque se nos paran los ojos para releerlas y el cerebro se pausa para repensarlas- (“¿Para qué pensar en el prisma, cuando la luz clara de invierno daba mayores detalles a las fortalezas del puerto?”; “Sólo desde el suelo pueden abarcarse totalmente los ángulos y perspectivas de una habitación. Hay bellezas de la madera, misteriosos caminos de insectos, rincones de sombra que se ignoran a altura de hombre.”). Qué ingenioso, igualmente, hablar de la infancia en un contexto (familia) religioso como “su crisis mística”.
Magistral el cambio de vocabulario conforme el cuento avanza (¿o retrocede?), como un destilador de palabras: de la vida del adulto, que se vive por acontecimientos (la muerte, el matrimonio, la fiesta), a la vida del niño, que simplemente se vive, con los ojos abiertos -¿por impresiones, podríamos decir?- (esa luz en el puerto, el fresquito del suelo, la admiración por el padre dada “su elevada estatura”, las canciones fáciles de aprender “porque las palabras no tenían significado y se repetían mucho”, las botas Calambín y Calambán, o la sobra y el perfume “al pie de las albahacas”).
Y esos últimos párrafos, definiendo aquel estado previo a la “sal desagradable” del bautismo, de “ser totalmente sensible y táctil”, entrando “el universo por todos los poros”; cuando los minutos comienzan a sonar como “glissando de naipes bajo el pulgar de un jugador” y todo comienza a deshacerse “buscando sus antiguas raíces al pie de las selvas”; y cuando, como observa Claire, “el barro vuelve al barro”.
Y ese final… A la recomendación cortazariana de Claire añado El río.
Y nada más, hasta la próxima lectura 🙂
Abrazos a los dos,
Lucía
Pablo – 30/04/17
¡Salut Claire y Lu!
Acabo de llegar de Barcelona, donde el viernes entregué mi libro, con dos lecturas de Lu maravillosas que lo mejoraron sustancialmente, como se dice en algunas pelis, todos los errores deben achacarse sólo a mí 🙂 Muy bien en la reunión, no conocía a la directora y muy agradable e incisiva, el libro va a hora al concurso del Premio, que se decide en noviembre de 2017, y gane o no se pone luego en marcha la maquinaria para la edición, como imaginaréis -y Lu vive en streaming- estoy muy contento personalmen de haber escrito un libro del que estoy muy satisfecho intelectualmente. Adjunto un pequeño dossier para que
Claire le eche un vistazo cuando quiera/pueda.
Fantásticao como siempre vuestros comentarios críticos al grandísimo Alejo, ¿qué novela hemos leído de él? Si me pidierais un itinerario, diría comenzar con El siglo de las luces, seguir con Los pasos perdidos y continuar con La consagración de la primavera, y luego ya el resto.
A mí este cuento me gusta mucho particularmente por el tema de la maestría de Carpentier para jugar con el tiempo, empezando por ¿atrás? y terminando por ¿el principio? Me viene a la cabeza el texto maravilloso de Benjamin hablando de un tiempo homogéneo y vacío a ser llenado con acontecimientos… ¡cuánta verdad en las palabras de Walter, siempre!
¿Tenemos guardados todos vuestros emails en esa carpeta de word que mandó Claire al comienzo de nuestro Club particular? Por cierto, tenemos que ponerle un nombre al Club, se aceptan sugerencias, jeje.
Yo hoy no tengo cerebro para más, pero os propongo este breve relato de Juan Carlos Onetti, otro de los grandes, a ver qué os parece, y ya esta semana que empiezo a ponerme al día veré de rascar algunas cosas latinoamericanas o españolas de primer orden para que leamos.
Besos y abrazos y nos vemos prontito con Claire, que el tiempo pasa volando (y de ¿adelante? hacia ¿atrás?)
Pablo.
*
Bienvenido a Bob de Onetti
Lu – 17/05/17
Salut les amis!
¡Qué misterioso, este Bob (alias Juan Carlos) Onetti!
Esperándolo un poco en la línea de estas últimas lecturas, comencé a leer Bienvenido Bob con ganas de encontrar alguna huella de los malabares que se traen estos autores. Bob, me cuenta Onetti, se llama ahora Roberto, y se protege “la boca con la mano sucia cuando toso.”
(Las reflexiones que siguen las he hecho asumiendo que Bob y Roberto y el narrador son la misma persona en distintas edades…)
La esencia del diálogo que Onetti mantiene consigo, o a través de sí con Roberto, o a través de Roberto con Bob, la entiendo hilada con la del relato de Carpentier Pero disfruté mucho más de la minuciosidad y de la exactitud con la que este último rebobina los recuerdos de la casa, o los de los habitantes a través de la casa, para estudiarlos con tanta poesía y tanta verdad.
Este Bob me ha parecido un relato más “de ciudad, más de calle (por lo del jazz, por lo de sus sueños de arquitecto o por el alcohol de las primeras palabras del segundo párrafo, quizás). Una conversación desgarrada entre lo que hoy somos y lo que fuimos ayer; una mirada silenciosa e indulgente sobre la juventud de uno mismo, desde donde los hombres deshechos” son todos, excepto los extraordinarios (¡qué arrogancia tan cierta!). Una especie de combate lento y apasionado (yo no había sospechado nunca cuánto y con cuánta resolución me odiaba): el pasado observado embiste con rabia al presente observante.
¿Es de esta lucha de donde nace el arrepentirse? ¿Sale vencido alguno, o solo sale venciendo el tiempo?
Todo puede ser que estas líneas no tengan cabida en el relato, por no cumplirse de hecho que Bob sea Roberto, y que Roberto sea el que nos cuenta sobre los tres…
Espero muy impaciente vuestra confirmación o negación o reajuste respecto a mis ideas.
Abrazos (¿¡ya!?) de verano,
Lu
Claire 17/05/17
Holà Lu, Holà Pablo,
Qué tal por allí ? Lucía, estás ya en París ?
Acabo de leer el relato de Onetti en el jardín en Normandía.
Es muy agradable, pero me parece de un tono más pesimista que indulgente.
La construcción del relato es más obvia que la del relato de Carpentio.
Para mí, Bob (el jovencito idealista y casi enamorado de su hermano) se ha vuelto en Roberto (el hombre de treinta años y picos, ordination y sucio). Pero el narrador no se confunde con este personaje, es un narrador exterior.
Qué te parece Pablo ?
Llego dentro de poco 🙂 el 8 de junio !
Bisous,
Claire