Críticas libros actuales/Críticas literarias

«La pasión», de Jeanette Winerson (por Manuel)

El gran canal

Os estoy contando historias. Creedme (Henri).

El romance vivido entre Jeanette Winterson y su agente literaria, Pat Kavanagh, esposa de su compañero de generación Julian Barnes, sirvió de inspiración para la redacción de “La Pasión”. Al inglés le serviría de despensa a la hora de crear “El loro de Flaubert”. Al tiempo, Kavanagh volvería a casarse Barnes. Esta pequeña pista nos puede dar a entender que en esta novela nada es lo que parece, creedme.

La trama se perfila sencilla y con unos personajes bien diferenciados. Henri es un joven cocinero de las tropas de Napoleón que no tiene muy claro qué le depara el futuro. En un momento determinado conoce a una alocada chica italiana, Villanelle. La joven intenta explorar su sexualidad y su propia existencia mientras se deja sorprender por los rincones más secretos de Venecia. La ciudad elegida, con todas sus particularidades, es el enclave idóneo para esta historia que fluye como si de una góndola se tratara. Todos estos ingredientes llevan a que los dos protagonistas vivan una enredadera amorosa que se ve truncada por las malas decisiones del empirismo juvenil. Éstas trazan un desenlace que se ve en el horizonte hacia la mitad de la novela.

Con el regusto en los labios de todo un “Rojo y Negro” de Stendhal parece que nos encontremos ante un mero folletín carnavalesco que superaría la media del género. Lo que hace de “La pasión” una bella obra de encaje de bolillos es la figura de Napoleón constantemente a la sombra, sin aparecer en escena. La vida de Napoleón en forma de montaña es el hilo que guía las emociones del libro. Quedará la duda de si la escritora era consciente de esa difícil trenza que iba haciendo, pero es claro que al darle esa profundidad a la historia cualquier tipo de artificio – aunque sea de corte fantástico – queda bañado de normalidad. No sabemos quién sería el, o la, Napoleón del romance entre Winterson y Kavanagh. Lo que sí sabemos es que la propia escritora reconoció haber votado a Margaret Thatcher en su día.

Napoleón sentía verdadera pasión por el pollo. Con esa simple premisa nos adentramos en la primera parte de “La Pasión” de Jeanette Winterson. Este pequeño hecho nos da a entender el tono en el que transcurrirá toda la novela. Sin pretensiones pero viva. Un dibujo en cuatro hachazos donde lo importante es, precisamente, cómo contar una historia.

 

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