Críticas filosóficas/Críticas literarias/Filosofía

«Incesto», de Mário Sá-Carneiro (por Almu)

Rosas y espinas

“Y vendrá la muerte y tendrá tus ojos”. Cesare Pavese.

Un julio de 1915 Mario Sá Carneiro se suicidó. Murió solo, en la habitación de un hotel de París que olía a rosas. Una pena que nadie se fijara en las espinas de su vida y de sus historias. Un hombre inmerso en una depresión que le llevó a tomar una decisión desesperada. Muchos escritores han muerto de la misma forma, por su propia mano, y yo, mirando desde la ventana de la biblioteca, contemplando tantos inmensos títulos, me pregunto si hay que morir después de haber escrito una novela como Incesto.

Luis Monforte es su alter ego en estas páginas que encierran el mayor de los tabúes de la humanidad, el incesto. El protagonista se hunde en la miseria cuando es abandonado por su mujer, una cantante de ópera que prefiere escapar antes de que el amor se consuma. Cría como puede a su única hija, Leonor, a la que educa y quiere como el mejor de los padres, basando toda su felicidad en ella mientras sigue escribiendo obras de teatro dramáticas. Pero no todo son flores en Lisboa, las rosas también pinchan y cuando la Parca llama, no queda otra opción que abrirla la puerta y esperar que sea buena.

Vitalista y puro, este joven autor decidió ubicar “Incesto” dentro de un volumen de historias cortas llamado Principio, publicado en 1912, y no puedo evitar dudar si ese fue el inicio de su decadentismo extremo hacia lo que finalmente sería Mario Sá Carneiro, un nombre recuperado gracias a la editorial Gadir, junto con otros libros suyos como El Cielo en Llamas, hasta ahora inédito en España.

El niño de la playa con ojos de adulto fue adorado por la crítica al deslumbrar con su talento y su precipitada madurez. Perteneció a una de las generaciones literarias más importantes de su país, escribió versos hermosos y quiero pensar que, en algún momento, fue feliz. Sin embargo, no fue suficiente, como tampoco lo es el concepto de “incesto” como crimen de amar y violación hacia la sangre propia en esta obra. Hay sentimientos que no son físicos aunque apunten la bala hacia la cabeza y el corazón de su narrador.

Uno de los grandes genios de la literatura universal y portuguesa, Fernando Pessoa sintió en el alma la muerte de su amigo de siempre. Ni todos los consuelos del mundo valieron para rescatarle del abismo, una melancolía que se refleja en numerosos fragmentos de esta novela que le deja velas al morir y se diluye en el mar del vivir.

Porque siempre vendrá la muerte y tendrá los ojos de lo amado, lo anhelado y lo perdido.

 

 

 

 

 

 

 

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